La madrugada del 9 de septiembre ardió completamente el campo de personas refugiadas de Moria, en la isla de Lesbos. En este campo, con capacidad para 2800 personas, malvivían cerca de 13000, de las cuales 4000 eran niños y niñas y 400 eran menores no acompañados.

Moria llevaba en funcionamiento desde 2015 y han llegado a malvivir allí hacinadas más de 20000 personas. Ante esta situación de abandono por parte de las administraciones griegas y europeas, las personas refugiadas han sido puestas al límite, llegando a vivirse situaciones tan horribles como intentos de suicidio y autolesiones en niños y niñas menores de 10 de años.

El incendio de Moria ha sido una tragedia anunciada y evitable. Las organizaciones que trabajan en terreno, entre ellas Médicos Sin Fronteras, habían reiterado en numerosas ocasiones que estas personas debían ser evacuadas y alojadas en condiciones dignas. Las personas voluntarias que hemos estado en Moria sabemos que este infierno era un polvorín, que era cuestión de tiempo que la tragedia humanitaria que allí se vivía explotase. Ahora, 13000 personas se han visto forzadas a huir, una vez más, y pasan los días abandonadas en los bosques o en las carreteras que conectan Moria con la capital de la isla, sin acceso a ningún tipo de servicio y cercadas por un cordón policial.

Ante este infierno pedimos al Gobierno de España que responda positivamente a la petición que ha hecho Bruselas solicitando a los países de la UE la evacuación de los migrantes del campo de refugiados de Moria. Varios países, como Alemania, Francia o Portugal, han mostrado su disposición para ello, pero el Gobierno español ha dicho que no acogerá refugiados de Lesbos y, al mismo tiempo, apela a la solidaridad de los países del norte de Europa. ¿Cómo pedimos solidaridad sin mostrarla primero?

En 2015 España se comprometió a acoger a 15888 refugiados de Italia y Grecia en el plazo de dos años. Actualmente no ha acogido ni al 9% de su cuota.

Exigimos que se cumplan los acuerdos adquiridos y se muestre la solidaridad debida con quienes huyen de la violencia y a quienes les ampara el Derecho Internacional y de la Unión Europea.