La comunidad científica, artística y académica, ¡exigimos un alto al genocidio en Gaza!

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Inició
30 de diciembre de 2023
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Iniciada por Alicia Castellanos

DECLARACIÓN CONTRA EL GENOCIDIO DEL PUEBLO PALESTINO

En estos tiempos de crisis civilizatorias que vivimos como humanidad, de múltiples violencias, guerras, conflictos socio-políticos y catástrofes medioambientales, las y los científicos/as sociales, artistas y académicos/as que suscribimos este pronunciamiento, conscientes de la urgente necesidad de manifestarse colectivamente a partir de una perspectiva crítica, humanista y ética, nos adherimos al clamor de millones de ciudadanos/as que han llenado las calles y plazas de numerosas ciudades del mundo, exigiendo detener la guerra genocida de Israel contra el pueblo palestino.

Este es un crimen de Lesa Humanidad, definido en el capítulo 7 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, como la comisión sistemática dirigida por un gobierno o por una organización política o grupo cualquiera de los actos siguientes: a) Asesinato; b) Exterminio; c) Tortura; d) Sujeción a esclavitud; e) Persecución por motivos políticos, raciales, étnicos, religiosos; f) Violación; g) Deportación, traslado forzoso de población; h) Encarcelación; i) Desaparición forzada; j) Otros actos inhumanos; k) El crimen de apartheid. (ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/rome-estatute-international-criminal-court) Por tanto, debe ser condenado por la Corte Penal Internacional, y sus responsables llevados a juicio. Igualmente, los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea tendrán que comparecer ante esta Corte, y ante el mundo, para dar cuenta de su complicidad en esta cruel guerra genocida, por el estratégico apoyo político, económico y militar que otorgan a Israel. 

El genocidio es un fenómeno histórico penado en el marco jurídico internacional, luego de los crímenes del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, expresión extrema del racismo que implicó destrucción y exterminio de millones de personas por sus orígenes y características nacionales y religiosas, políticas, étnicas y raciales. 

Esta política de exterminio basada en una teoría de la superioridad no podría producirse sin la intervención del Estado, el uso de una tecnología del poder, los enormes recursos en armamentos, propaganda para avivar el odio hacia la diferencia, y la capacidad inconmensurable, perversa y destructiva de sistemas sociales e ideologías supremacistas.  

Terminada la Segunda Guerra Mundial, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convoca a los Estados nacionales para adoptar y aprobar instrumentos a nivel internacional para combatir el racismo y toda forma de intolerancia al Otro. Es así, que la Convención para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio, adoptada por la Asamblea General de la ONU en su resolución 260, el 9 de diciembre de 1948, el año en que, paradójicamente, Palestina es ocupada por Israel y el inicio de un proceso genocida. Inaugura una práctica de iniciativas y condenas para enfrentar el racismo en sus diversas manifestaciones. El genocidio comprende, en este documento: “los actos (…) perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso: (a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”. (Ohchr.org/es/instruments–mechanisms/instruments/convention-prevention-and-punishment-crime-genocide)

Con fundamento en diversas experiencias genocidas, el crimen contra el pueblo palestino se puede pensar como: “una variable del exterminio, cuyo rasgo más distintivo es la existencia de un objetivo predeterminado: realizar una solución final, con la destrucción física y deliberada de los miembros de un grupo considerado como diferente, (…) recurriendo a prácticas sistemáticas, radicales y extensivas de exterminio”. (Hilda Varela Barraza, “Genocidio: expresión radical del racismo. El caso de Ruanda”, en Mónica Cejas, Leer y pensar el racismo, Universidad de Guadalajara, México, 2004: 171) 

El genocidio perpetrado por el nazismo no fue el primero en la historia contemporánea de Occidente, si bien, su especificidad reside en la instrumentación de la ciencia y la tecnología del poder del Estado. Pese a la condena internacional y la adhesión de muchos Estados nacionales a esta Convención para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio,  las prácticas genocidas se suceden durante la segunda mitad del siglo XX, en el marco de guerras coloniales, procesos de desintegración de Estados multiétnicos y nacionales en Europa y el surgimiento de los nacionalismos étnicos en la ex Yugoslavia, el genocidio en Ruanda, dos pueblos que antes de los procesos de colonización no se diferenciaban, el genocidio que el gobierno de Ríos Mont cometió contra los pueblos originarios en Guatemala y el que despliega Israel contra el pueblo palestino, demuestran que sigue siendo un recurso del poder del Estado capitalista, neocolonial, neoliberal y fascista. 

En este siglo XXI, los discursos de odio al Otro diferente se propagan desde los Estados, medios de comunicación y redes sociales, en forma cada vez más abierta y sistemática en diversos confines. El genocidio que consuma Israel contra el pueblo palestino, una paradoja más en la historia, ayer víctima, hoy victimario, no deja de ser equiparable a la perversidad con la que el nazismo actuó contra innumerables pueblos. Israel busca exterminar no al movimiento de Hamas, los bombardeos tienen “la intención de destruir, total o parcialmente”, al pueblo palestino, reducir Gaza a escombros para seguir con el despojo y la ocupación colonial del territorio histórico de Palestina, someter “a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”, aniquilar sus infancias y sus mujeres, sus fuentes de vida, una forma de impedir la continuidad del pueblo. La crueldad con la que asesinan y eliminan a la población civil y destruyen barrios y hospitales, violenta toda normativa del derecho internacional. Horroriza la forma en que los soldados israelitas aniquilan a los palestinos/as. No hay límites al ejercicio de la violencia porque hay una absoluta impunidad ante la ausencia cómplice de las instancias internacionales que norman los conflictos bélicos. La ONU debe cumplir sus funciones de velar por la paz y seguridad internacionales, proteger los derechos humanos, distribuir ayuda humanitaria, defender el derecho internacional.

Hacemos un llamado a las y los científicos/as sociales, artistas y a la academia de todos los confines a que continúen pronunciándose en contra de este crimen de Lesa Humanidad. El mundo no debe seguir siendo testigo pasivo del exterminio del pueblo palestino. Es un deber de todas, todos y todes, exigir el respeto al derecho de los pueblos a la autodeterminación y a su soberanía, a emanciparse del dominio colonial y neocolonial, a la aplicación de la normatividad que rige el derecho internacional, a la convivencia humana de manera pacífica para la continuidad de la vida en el planeta. 

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