El pueblo cubano sufre los embates de una crisis sin precedentes en su historia, agravada por las consecuencias de la pandemia, la crisis global y los aún presentes efectos del bloqueo. Esto ha resultado en una grave precarización de la vida, la profundización de la desigualdad y un éxodo migratorio sin registro, señalando un estado de descomposición social que se manifiesta en el descontento y las últimas protestas acontecidas.

De todo ese escenario destaca la superinflación que está sufriendo nuestra economía y la carga que sobre el pueblo trabajador supone. El futuro del país se ve comprometido en la inestabilidad que catalizó el anunciado Ordenamiento hace dos años. Sobre esto no cabe la menor duda que la política del Estado y el gobierno cubanos no ha sido rigurosa ni transparente.

Pudieran hacerse muchas preguntas a los funcionarios responsables de la concepción y aplicación de dicha política, pero especialmente nos mueve el deseo de obtener, por parte del presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, una respuesta clara, directa y en transmisión nacional por los habituales espacios oficiales:

¿Por qué Alejandro Gil Fernández sigue siendo ministro?